En este momento llevo encima un cabreo de los grandes, ya que he tenido la mala suerte de dar en esta cruel bastedad de la red (que admite tanto a genios como a retrasados mentales de primera categoría) con una crítica realmente idecente y de poca elaboración, cuya autoría desconozco y prefiero desconocer, a la carrera de uno de los mejores cantautores que ha dado este país, y, lo digo sin miedo de mearme fuera del tiesto, el mundo entero: Joaquín Sabina. Estoy realmente harto de escuchar que Joaquín Sabina no tiene ni idea de música. Desconozco cuanto de real tiene esta afirmación pero lo cierto es que tampoco me interesa demasiado. La calidad musical, la versatilidad y la frescura de la música que acompaña las letras de Sabina es difícilmente igualable, quizá esto se lo deba a dos comprades que le han acompañado casi desde el principio, Panchito Varona y Antonio García de Diego, que sin duda sí que son dos grandes músicos. Otra cosa que ya sí que he oído menos es que las letras de Joaquín Sabina son absurdas, repetitivas, etc. etc. ¿Pero quién habrá sido el valiente malnacido que ha escrito semejantes barbaridades? Sí, lo siento pero tenía que insultarle, porque Sabina te puede gustar más o menos (cada uno es como es), pero lo que no puedes decir es que sus letras carecen de calidad o son infantiles. Qué barbarie. Decía este individuo que Joaquín Sabina se dedica a hacer enumeraciones sin sentido, y citaba canciones como "Ahora que...", "Es mentira"... Evidentemente el pobre no dispone de la suficiente inteligencia como para comprender las geniales letras del de Úbeda. ¡Pero qué desprósito! Joaquín Sabina ha demostrado ya sobradamente su calidad como poeta y lo ha demostrado con canciones de la calidad "La canción más hermosa del mundo", "19 días y 500 noches", "Tan joven y tan viejo" y demás reflexiones sobre las penurias y las virtudes del ser humano, sobre el dolor y el gozo, sobre el amor y la soledad; o con canciones tan agudas e inteligentes como "Semos diferentes", "Como te digo una co te digo una o", "Pastillas para no soñar", y un largo etcétera; o con otras que muestran su genial capacidad para contarnos historias realmente excepcionales en pocas palabras y con un tono realmente socarrón y divertido, como "Conductores suicidas", "Pacto entre caballeros", "Media negras"... En fin, que Joaquín Sabina es un señor cantautor, quizá el mejor que ha dado este país (con el permiso de Luis Eduardo Aute y Nacho Vegas), a la altura, ¿por qué no decirlo?, de Bob Dylan, que destila una fuerza, una frescura, una potencia que casi ningún otro tiene. Y yo me pregunto si acaso ese mequetrefe que calificaba al cantautor andaluz (aunque ya casi madrileño de adopción) con adjetivos y frases que realmente prefiero no repetir, habrá entendido de verdad alguna de las canciones de Sabina, esas canciones que nos revelan, combinando la más pura tradición con una suerte de modernidad cuidada y perspicaz, una ínfima parte del secreto de la vida, de la verdad imposible que habita bajo la piel; y eso ya es mucho, ya quisieran algunos otros pretenciosos poetas que se creen la vanguardia de la literatura llegar a hacer lo que Joaquín Sabina ha hecho, quizás esos imbéciles agraden más al deficiente que me ha motivado a escribir lo que aquí escribo.
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