martes, 1 de marzo de 2011

Con el quinteto de Miles Davis

Hace muy poco que conocí la historia de los cuatro discos que aquí voy a abordar, Workin', Stemin', Cookin' y Relaxin', todos ellos grabados en dos sesiones en mayo y octubre de 1956 por el bestial quinteto formado por Miles Davis, John Coltrane, Red Garland, Philly Joe Jones y Paul Chambers, músicos todos ellos excepcionales pero cuyo talento fue, y suena raro decir esto, en muchas ocasiones eclipsado por las drogas -y sacamos en este caso del saco a un Davis ya desintoxicado. Y es que a veces me pregunto cuál, teniendo en cuenta la calidad que tienen todas las intepretaciones de los cuatro tremendos discos, grabados bajo las circunstancias que ahora relataré, habría sido la calidad que hubiesen tenido los mismos cuatro discos de haber sido grabados de otra manera, en otro lugar y con una evidente mejora de las condiciones con que surgieron los que hoy nos quedan. Nada más allá de quejarme por poder escuchar esas vibrantes interpretaciones, solo aclarar que cuando estos músicos hacían esto, esta genialidad, con ese "feeling" tan increíble que le hace a uno replantearse sin alguna vez tocó bien algún instrumento musical, no lo hacían con toda la fuerza ni con toda la entereza y brillantez con que podrían haberlo hecho si no hubiese sido por las drogas, y eso viene a confirmarnos una vez más lo prodigioso de las cinco mentes que se juntaron en aquel estudio de Nueva York. De aquellas sesiones nos quedan algunas interpretaciones dulces y bellísimas, como las de "It never entered my mind" o "You're my everything", y algunas otras realmente arrebatadas e intesas, todas geniales, y todas sinceras, tan sinceras que se le ponen a uno los pelos de punta.
Y bien, hablamos de un dico grabado bajo el sello discográfico Prestige. Y aquí es donde quiero llegar. Prestige, fundado por Bob Weinstock, fue un sello cuya historia es digna de ser contada, una marca discográfica que utilizó a unos artistas de enorme calidad de manera indigna, rastrera y realmente inaceptable. Sobra decir que al fin y al cabo sin Prestige quizá no existirian estos discos, lo que si sé, y a ciencia cierta, es que sin Prestige, y con una productora más seria y cuidadosa con quienes la mantenían a flote, las cosas quizá les habrían ido aun mejor de lo que les fueron a algunos artistas cuyo bienestar le interesaba al público, a la industria y sobre todo al arte, al jazz. Bob Weinstock se dedicó a chantajear, digamoslo así, a una gran cantidad de artistas de enorme calidad. ¿Cómo? Aprovechándose de su adicción a la heroína, de su mono, pagándoles una miseria por una música de enormes proporciones, firmando contratos realmente terroríficos, como el que obligo a hacer al "Miles Davis Quintet" los cuatro discos de los que aquí hablamos.
Por fin, y gracias a Dios, aunque hay que decir que también hubo injusticias en la etapa de Columbia (Bill Evans, a pesar de ser heroinómano, sí era apto para tocar en sus estudios en tanto que todo aquel que fuese heroinómano y, en cambio, negro, no podía hacerlo), el quinteto de Davis fichó por ese sello discográfico. Pero, a pesar de eso, Prestige no les podía dejar de joder, las cosas como son, tan fácilmente, y, aludiendo a un contrato en el que había firmado cuatro discos más, impidió su marcha hasta que estos fueran grabados. Así vieron la luz estos cuatro geniales discos, grabados en dos sesiones ubérrimas de cuyo vientre nacerían cuatro de los discos más representativos del jazz, un jazz hard-bop cercano ya al cool jazz. Cuatros discos inolvidables, insustituibles, enormes, en el olimpo de la música, a la altura de Stravinsky o de Brahms o de Beethoven, espectaculares, no hay otra palabra.
Y bueno, está es la historia de cuatro discos de díficil descripición mediante palabras, que solo se describen por sí mismos, y cuya genialidad ha de hacer transitar a quien los oíga de correcta forma entre el placer, la melancolía, la desesperación y la extrema excitación. Hay os los dejó. Espero que os interesen y entusiasmen tanto como a mí me han entusiasmado. Hasta la siguiente.

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