Tarde o temprano tenía que dedicarle unas palabras al que para mí es uno de los mejores cantautores y poetas del panorama español y, seguramente, el mejor de su generación. Si hablasemos solo de poesía ya podría deshacerme en elogíos durante horas y más horas para con sus versos desgarradoramente nostálgicos, fuertes, duros, cercanos, trágicos y, últimamente, quizá sea la madurez, algunas veces un poco más esperanzadores, cosa que yo no soy, afortunadamente, tan imbécil como para criticar, pero es que además, a sus increíbles habilidades como poeta hay que añadirles su genial capacidad para unir versos, palabras, sensaciones, con música de una manera casi perfecta. Hablamos, más de uno ya se habrá dado cuenta, supongo, de Nacho Vegas. Volviendo a lo de antes, me parece descabellado insinuar si quiera que Vegas ha perdido algo de su brillantez, algo de su generosidad como poeta, algo de su verdad, de su verdad, porque la mayor virtud de Vegas, es que parece que todo lo que dice es verdad, que todo lo que canta es verdad. Sin duda, en la literatura todo es mentira pero todo, al mismo tiempo, todo es verdad. Pues bien, Vegas hace que nos olvidemos de lo primero y que nos lo creamos todo al pie de la letra, y no solo que nos lo creamos, sino que seamos partícipes de ello, que sintamos en la piel sus canciones, que nos hagamos protagonistas de sus canciones. Nacho Vegas, a mí por lo menos, consigue ponernos los pelos de punta, consigue tocarnos esas fibras que pocos consiguen tocarnos (Johny Cage, Aute, Amador, Waters, Sabina...). Hay tantos versos de sus canciones que quedarán grabados para siempre en mi cabeza... Y su directo, supongo que si le pillas bien, como yo creo que le pille, es realmente genial. Su voz inconfundible, su cercanía, su verdad, su aire de martirio, su conjunción perfecta entre música y literatura, sus versos fríos pero cálidos en el fondo del fondo... "La verdad fue escrita en las sombras, sucede así una y otra vez."
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